Marta Sanz:

Me mueven menos las pasiones. Leo los diarios -¿diarios?, ¿memos?, ¿cuadernos?- del escritor como quien contempla, a través de una ventana, una escena doméstica.

Sin darme cuenta, yo también acabo de ser succionada por el vórtice de la ambigüedad y posiblemente soy una lectora que confunde lo pintado con lo vivo. Esa confusión, jamesiana, wildesiana y proustiana, resume el juego intelectual que realizamos al leer los Memos en conversación con la narrativa chirbesca.

Fernando Valls:

El caso es que Chirbes escribe su diario; en principio se trata de simples notas tomadas en unos cuadernos, sin más pretensiones, a vuela pluma, si bien en la escritura final se aprecia la elaboración literaria, la búsqueda de una voz propia, el cultivo de una voluntad de estilo, tentativas que no siempre acaban de satisfacer al autor.

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